22 marzo, 2005

¿Cómo se puede hablar con sinceridad sobre los males que has hecho?

Pues claro, es una pregunta bastante valida, tomando en cuenta la poca costumbre que tenemos como seres humanos a aceptar culpas, faltas, caídas y pecados, pues yo soy culpable de muchas cosas, de las cuales no me arrepiento, he faltado en contra de quienes me han amado y confiado en mi, sin embargo he preferido alejarme de estos y olvidarlos, me he caído miles de veces, y siento como si mi cuerpo aun estuviese en el suelo, he pecado contra mi dios y el de mi familia, sin embargo no busco por expiación ni perdón, pues siento que de eso se trata la vida, fallar, fallar y fallar, y luego por arte de magia, se junta toda la fortuna que puede haber en el azar, todo el conocimiento del cual estamos llenos gracias a nuestros fallos, y sumamos el gran error universal del destino y tenemos la suerte de encontrarnos con aquello que no pude ser medido, sumado o restado, aquello cuya descripción mas cercana en el español es perfección, y así, como un accidente apunto de ocurrir, nos topamos con aquello que es perfecto para uno en todo sentido, pero como el azar, es imposible de predecir y prever, y cuando ya ha ocurrido esta demasiado cerca como para contemplarlo en su completa magnitud. Y así ocurrió para mi, una sola vez, quizás, al menos es la primera ves que me doy cuenta de que el destino jugo a mi favor y fui yo quien jugo en mi contra, y así este fallo universal del destino me presento a quien esta en mi memoria como la criatura mas hermosa que mi piel haya sentido, que mis brazos han abrazado, y mis labios hayan besado, pero no pude evitar ver este tan extraño evento como uno mas en la lista, la sorpresa de la fortuna me engaño, haciéndome creer que nada especial había ocurrido, y como nada especial, vine a caer con la misma roca, con la eterna adicción de saciar deseos para luego botar el embase que lo envuelve, ¿Cómo se puede hablar con sinceridad sobre los males que has hecho? sobretodo cuando a quien mas dañas es a ti mismo, tome lo que buscaba en aquel regalo del destino, y como cualquier otro lo deseche, jugando en mi contra como mi propio rival, alejándome de aquello que necesitaba. En un principio pensé que estaba hiriendo a aquella ofrenda que el destino me había presentado, sin embargo ella era inmedible en su perfección, y como todo lo perfecto inmutable, después de un tiempo tiene una hermosa sonrisa en su rostro mientras lee mi blog y un corazón que late con fuerza mientras espera el mañana, como siempre fue, inmutable, mientras yo escribo para ella, cambiado, diferente del que fui alguna ves… aun que dudo que mejor.
Tú verás que los males de los hombres son fruto
de su elección; y que la fuente del bien la buscan
lejos, cuando la llevan dentro de su corazón. Pitágoras de Samos
(ultima edición 22-03-005 0:33)

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