02 enero, 2006

Cena de año nuevo

primera parte (Cerdos pomposos)
He pasado toda mi vida tratando de evitar el contacto con ellos, el contacto con lo que representan para mi, y el contacto con su estilo de vida, pero cada cierto tiempo nuestras responsabilidades en común nos obligan a cumplir con esporádicas reuniones y celebraciones... ¿Quién lo diría? Esta vez ellos lo han llevado un paso más allá, se han atrevido a invitarme para celebrar año nuevo con ellos... en su casa... en sus terrenos... en su vida. Mis abuelos. Mis abuelos son estereotipos del bienestar monetario judío de alto nivel. Para divertirse él juega golf y compra caballos, ella viaja a Paris para comprarse ropa. Para socializar él fuma habanos y bebe whisky de 18 años con sus amigos del club de campo, ella organiza fiestas de alta sociedad en beneficio de quien sabe que, y quien sabe donde. Judíos bien alimentados, ostentosos, y adinerados, nunca se interesaron en mi, un simple niño nacido en una familia de clase media trabajadora, hasta ahora... que interesante, hasta ahora que estudio ingeniería e la universidad. Ahora parezco ser de algo de interés (o al menos eso pensé) Hasta las calles huelen diferente aquí... las rejas de las casas son altas, y así también lo son los techos, y las estatuas que adornan los jardines, camino a casa de mis abuelos trato de repasar en mi cabeza esa ultima conversación telefónica con ella, mi abuela, llamando a mi celular para confirmar mi asistencia, recuerdo haberla notado tan entusiasmada cuando le dije que no llevaría una “acompañante”... “no te preocupes” dijo ella mientras yo extrañado dejaba que una enorme pausa hiciese lo imposible, hacer aun mas incomoda una charla entre los dos. Toda mi vida he pensado en ella como una muñeca de porcelana, incapaz de “sentir” realmente cualquier cosa, más preocupada en “como” dejando de lado el contenido, para ella todo ha de ser de una cierta manera, “el modo convencional, clásico y socialmente aceptable de hacer las cosas” He venido varias veces, pero nunca deja de sorprenderme, una casona gigantesca, una bestia viva gracias a empleados que deambulan por los pasillos como sangre en las venas de una criatura. Empresas han surgido y crecido, y otras han descendido y sido disueltas “desvinculando” a cientos de trabajadores, entre otras miserias y hazañas han sido hechas en el nombre de esta casa, en el nombre de la familia que la mantiene... yo nunca me he considerado parte de esa familia. He llegado tarde, lo se, pues lo he hecho intencionalmente, no estoy dispuesto a pasar horas tratando de romper el hielo con esta familia. Al cruzar las puertas me invitan a sentarme y esperar, pues “el señor y la señora” están en la sala de juegos… espero y espero repitiendo una y otra vez en mi cabeza lo que he de hacer, lo que no he de hacer, lo que no he de decir... mantener la distancia, pero recordando también que son sangre de tu sangre. En ese momento llegan, el con cara de enfado, ella inmutable como siempre, entre saludos, abrazos y besos me recuerdan lo tarde que he llegado, y que falta tan poco para las doce y que no es costumbre retrasar tanto la cena... y que ahora que están todos los invitados… espere un segundo… ¿otros invitados? ¿Quién vendería su alma a esta pareja? ¿Quién perdería su año nuevo de tal manera? ¿Quién...? en ese momento tuve epifanía ¿Una hermosa chica de largo y rubio pelo rizado? Por unas milésimas de segundo pensé que se trataba de una empleada de la casa asomándose detrás de mi abuelo para mirarme… pero no… ¿Quién es ella?
Continua mañana o pasado... me tengo sueño, no quiero seguir escribiendo hoy