20 septiembre, 2006

Los dibujos en el vidrio del auto

Ambos sentados en el asiento trasero de la camioneta, el sueño, la fatiga y el alcohol mantienen mi mente nublada, tan empañada como el vidrio en el que imprimo dibujos con mis manos (en este momento termino un a sonrisa mientras borro un corazón que acabo de terminar)... ¡Oh! Si, en este momento me es imposible pensar con claridad o en tocarme en aquello que me rodea, es exactamente lo que buscaba hacer, ya desde hace tiempo... alejarme, aun que sea por una noche, lo mas posible de todo y todos... en especial de ella, allí a centímetros de mi, imagino que tan absorta como yo en aquello que ocurre lejos de aquí, en aquello que nos es inalcanzable, se bien que ella, al igual que yo, hoy quiere borrarse del mapa, y olvidar siquiera que existe uno. El papel picado que saco de entre mi cabello, y las luces rojas que se acercan logran distraerme aun más. “que haces” pregunta ella con desden, la forma en que pronuncia y articula las palabras me rebelan que no solo es alcohol lo que hoy corre por sus venas. “Hago dibujos en el vidrio” respondo sin mirar, mientras observo las luces alejarse. “no tienes por que tratarme así, podríamos perfectamente...” las palabras salieron de repente de su boca como si las estuviese guardando toda su vida, palabras que estaban desesperadas por salir, pero aun así parecían contenerse “... podríamos hablar, es decir, ni siquiera hablamos en el cumpleaños” se bien que vendrá después de esto. El auto se detiene, ambos bajamos, y entramos a un edificio, ella presiona un botón... las puertas de un elevador se abren. No recuerdo exactamente que ocurrió esa noche en elevador... recuerdo un beso y haber tomado su mano, recuerdo haber sido sincero... pocas las palabras pero significaban mucho. Ella también... recuerdo que ella dijo algo que sonó sincero, sus ojos se volvieron cristalinos y soltó mis manos. Para el momento en que las puertas del elevador se abrieron, ella dio un paso a delante, sonrió y beso mi mejilla... estaba satisfecha. Las puertas del elevador se cerraron nuevamente, con ella en el otro lado, abajo el auto me esperaba, imagino que de alguna torcida forma yo también estaba satisfecho, no estoy muy seguro. De vuelta en el auto mis dibujos habían desaparecido. No nos hemos vuelto a ver desde entonces.